6to grado

lunes, 14 de mayo de 2018

Construcción del Estado nacional

La formación del Estado Nacional (1852 – 1880)

Luego de Pavón, los sectores dominantes porteños liderados por Bartolomé Mitre renovaron el intento de conformar una alianza que incluyera a las élites del litoral y el interior con el objeto de organizar un gobierno central.
Las instituciones preexistentes, los recursos económicos provenientes de la economía agroexportadora y las condiciones del mercado mundial, en el que el capital inglés era central, crearon las condiciones necesarias para la organización del Estado Nacional. Este complejo proceso se fue asentando alternativamente sobre la búsqueda de consensos y el uso de la violencia.
En este período, y con el fin de afirmarse en el imaginario social, el Estado concentró poderes y funciones que hasta entonces eran ejercidos por diferentes actores sociales. Este proceso se llevó a cabo durante las presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, quienes desplegaron, entre 1862 y 1880, acciones tendientes a conocer la sociedad e imponer la autoridad del Estado en todo el territorio.
Con este propósito se consideró necesario poner fin al poder de los ejércitos provinciales a través de la creación de una fuerza militar unificada, un Ejército Nacional, cuyo poder represivo pudiese eliminar todo foco de resistencia del interior y también avanzar sobre los territorios de los pueblos originarios despojándolos e incorporando así tierras y mano de obra al nuevo orden económico-social.
Durante este período, y con el objetivo de que el país asumiera su rol en la división internacional del trabajo, el Estado canalizó inversiones en infraestructura para facilitar la entrada y salida de productos primarios con destino al mercado mundial –el telégrafo y el ferrocarril serán los símbolos de estas políticas–, al tiempo que fomentó la inmigración de trabajadores europeos.
Para desarrollar estas nuevas funciones, se extendió el aparato administrativo y burocrático, que logró tener presencia en todas las regiones del país. También, y a medida que se delimitaban las fronteras, se desarrollaron políticas para crear una identidad común y legitimar el proyecto en marcha.
En estos años, las autoridades nacionales fueron huéspedes de Buenos Aires por lo que, al finalizar su gobierno, Avellaneda propuso resolver la cuestión de la Capital de la República. El Congreso finalmente aprobó la Ley de Federalización de Buenos Aires, lo que generó la reacción del autonomismo porteño en la forma de un levantamiento armado. Este movimiento fue vencido por el Ejército Nacional en 1880 y desde entonces la ciudad de Buenos Aires es la capital de la República Argentina.

El estudio de este capítulo comprende los siguientes temas:

Pacto de San Nicolás  
Guerra del Paraguay 
“Conquista del Desierto” 
Confederación Argentina 
Estado de Buenos Aires 
Presidencias de: Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Nicolás Avellaneda 
Justo José de Urquiza 
Ángel Vicente “Chacho” Peñaloza 
Felipe Varela

Ver la historia: La conformación del Estado Nacional (1852-1880)


La guerra de la Triple Alianza

Entre 1865 y 1870, Argentina, Brasil y Uruguay libraron una larga y trágica guerra contra Paraguay. 
EL conflicto se inició a partir de un incidente ocurrido en 1864, cuando el general uruguayo Venancio Flores derrocó al presidente de su país. El movimiento, organizado en Buenos Aires, contó con el apoyo de tropas brasileñas que entraron en territorio uruguayo. Francisco Solano López, presidente paraguayo, solicitó permiso para que sus tropas pudieran atravesar Corrientes en ayuda del presidente uruguayo depuesto. Mitre negó la autorización y el Paraguay le declaró la guerra a la Argentina. En respuesta, los gobiernos de Uruguay, Brasil y Argentina firmaron un tratado que constituyó la Triple Alianza. 
La guerra se extendió durante cinco años y representó un estímulo muy fuerte para la organización del Ejército Nacional. También, provocó numerosos conflictos en el país. 

Asalto de la 3era columna argentina a Curupaytí, de Cándido López (1893). En esa batalla, las tropas paraguayas obtuvieron una victoria. 

  Niños paraguayos en la guerra. 
Miles de niños con barbas postizas, fueron enviados a la batalla contra las tropas brasileras en la guerra contra el Paraguay.
Miles de niños fueron masacrados, mutilados, quemados.
Dicen que después de la batalla de Acosta Ñu las madres fueron al campo a recoger los cuerpos de sus hijos, que derramados en el suelo paraguayo, parecían niños durmiendo después de un día intenso de juegos.
En Argentina, Sarmiento expresó su satisfacción: "La guerra del Paraguay concluye por la simple razón de que matamos a todos los paraguayos mayores de diez años".

video: La guerra del Paraguay


La conquista del "desierto"

Los pensadores de la época proponían poblar el “desierto”, que se suponía deshabitado. No eran numerosos los habitantes, pero había pobladores. Estos habitantes eran los indígenas. El saldo de la “conquista del desierto” fue de miles de indios muertos, catorce mil reducidos a la servidumbre, y la ocupación de quince mil leguas cuadradas, que se destinarían a la agricultura y la ganadería. Las enfermedades, la pobreza y el hambre aceleraron la mortandad de los indígenas patagónicos sobrevivientes.
El Historiador (adaptación). 

La relación entre los gobiernos criollos y los pueblos originarios de la Patagonia fue siempre problemática. Aunque por momentos era pacífica, hacia 1870, los conflictos se generalizaron.
En 1875, Adolfo Alsina, ministro de Guerra y Marina de Avellaneda, propuso un avance paulatino hacia el sur, mediante el establecimiento de poblados, fortines y zanjas. Cuando Alsina falleció, en 1877, lo sucedió en el cargo Julio Argentino Roca. El nuevo ministro de Guerra consideraba que el plan de Alsina era inútil y adoptó una estrategia más agresiva: el ejército marcharía y sometería a los pobladores por la fuerza.
Los políticos de la época llamaron a esta campaña conquista del "desierto". Sin embargo, en realidad, fue una campaña de expulsión y exterminio de los pueblos originarios; y no había un desierto, sino una región fuera del control del Estado. 

La vuelta del malón - Ángel Della Valle


La vuelta del malón fue exhibida por primera vez en 1892 en una ferretería de Buenos Aires. Cuentan los diarios de la época que las señoras que en esos días pasaban por la vidriera del local volvían a sus casas aterradas. La pintura de Ángel Della Valle era enorme, y la escena, espeluznante. En ella los indios son el demonio que galopa a los gritos por la pampa en un amanecer lluvioso. Han saqueado una iglesia y llevan consigo cruces, cálices, maletines y hasta ¡cabezas!; el cielo tormentoso, que apenas deja asomar un poco de luz, es señal del carácter oscuro del malón. El mundo civilizado, en cambio, está representado por la cautiva, una mujer indefensa de piel blanca como el mármol que, del susto, se ha desmayado sobre su musculoso captor. El cuadro fue pintado para celebrar los cuatrocientos años de la llegada de Colón a América, y en él aparece un problema que divide a nuestro país desde entonces: la idea de la civilización y la barbarie como enemigos acérrimos.

* Esta mirada sobre la obra fue escrita por María Gainza.

La conquista del desierto, cuadro de Juan Manuel Blanes


Indios cautivos

Recorte del diario La Nación - Octubre 1878




Los levantamientos federales

El avance de la autoridad del Estado sobre las provincias provocó la resistencia de algunos caudillos federales del interior. Estos no estaban de acuerdo con que Buenos Aires centralizara el poder del Estado y temían por la pérdida de autonomía de las provincias.
En algunas de las provincias, la resistencia se transformó en rebeliones armadas contra el gobierno nacional. Las fuerzas de los caudillos rebeldes se llamaban "montoneras". Los gauchos del Interior se incorporaban a las montoneras porque se identificaban con las ideas federales y responsabilizaban al gobierno nacional por sus malas condiciones económicas. 
El primer levantamiento fue el de Ángel Vicente "Chacho" Peñaloza, un caudillo de La Rioja. En 1866, se inició otra rebelión contra las levas obligatorias de tropas para luchar en la guerra del Paraguay. Los jefes de este levantamiento fueron Felipe Saá, Juan de Dios Videla y Felipe Varela. Cuando los jefes federales se unieron para atacar Buenos Aires, Mitre, al mando del Ejército Nacional, logró vencerlos. Esta victoria puso fin al último intento de rebelión generalizada en el Interior.  


Las presidencias históricas

Entre 1862 y 1880, gobernaron tres presidentes constitucionales que impulsaron transformaciones: Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento y Nicolás Avellaneda. 

La presidencia de Bartolomé Mitre (1862-1868)

Bartolomé Mitre debió afrontar varios desafíos al llegar al poder, ya que el país estaba dividido y devastado por años de guerra civil. Un primer problema fue la falta de códigos nacionales. Si bien existían leyes, eran particulares para cada provincia, y un país unificado necesitaba una legislación conjunta. En 1862, el Senado decidió adoptar el Código de Comercio de Buenos Aires, redactado por los abogados Dalmacio Vélez Sarsfield y Eduardo Acevedo. Su función era regular las bases del comercio y de sus actividades. El Código Civil, también redactado por Vélez Sarsfield, sería promulgado recién en 1871.
Otro problema era la creación de fuerzas armadas modernas y profesionales. El presidente Mitre reunió a la Guardia Nacional de Buenos Aires, que había peleado en las batallas de Cepeda y de Pavón, y a las fuerzas más importantes de la Confederación en el Ejército Nacional. 
Además de presidente, Mitre continuaba siendo el líder del Partido Nacionalista, por lo cual estaba enfrentado a los autonomistas de Alsina. En las elecciones, Alsina decidió aliarse con Sarmiento, quien contaba con el apoyo de varias provincias y del Ejército. 

La presidencia de Domingo F. Sarmiento (1868-1874)

Una de las primeras medidas que adoptó Sarmiento fue la realización del primer censo de la Argentina, en 1869. Entre otras cosas, el recuento de población demostró que había un 71% de analfabetos. Sarmiento creía que la educación era imprescindible para mantener unida a la población y para favorecer el progreso económico y social. 
Por eso, inauguró más de 800 escuelas primarias e impulsó la creación de institutos para formar docentes. Durante su presidencia, la cantidad de alumnos se elevó de 30.000 a 100.000. Además, fundó el Colegio Militar y la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas.
En 1871, una epidemia de fiebre amarilla golpeó a Buenos Aires. Una vez superada, Sarmiento impulsó la modernización y el saneamiento de la ciudad. Además, realizó importantes obras de transporte y comunicación: expandió los ferrocarriles, tendió líneas de telégrafos y mandó construir puertos nuevos, como los de San Pedro y Zárate.
En el plano internacional, firmó la paz de la guerra de la Triple Alianza. 

La presidencia de Nicolás Avellaneda (1874-1880)

Durante su gestión, Nicolás Avellaneda mantuvo el interés por la educación: por ejemplo, les otorgó autonomía académica a las universidades. Esto le dio la capacidad de confeccionar sus planes de estudio. 
La presidencia de Avellaneda estuvo marcada por los efectos de la crisis económica que se desencadenó en Europa y en los Estados Unidos en 1873. Al reducirse el precio de las materias primas que la Argentina exportaba y aumentar el de las manufacturas que importaba, los problemas comenzaron a multiplicarse. Debido a esto, se decidió cerrar las importaciones, reducir la cantidad de empleados públicos y rebajar los salarios de los que quedaban. El objetivo era que la Argentina pudiese pagar la deuda externa. La situación comenzó a cambiar cuando volvió a aumentar el precio de la lana.
Para apoyar el desarrolló agropecuario, en 1876 se creó la Dirección General de Inmigración, que favoreció la llegada de europeos.
Además, se intentó regular el acceso a las tierras para que los colonos pudieran trabajarlas. Sin embargo, los espacios rurales continuaron concentrados en pocas manos y fueron objeto de especulación. 

sábado, 5 de mayo de 2018

La globalización

¿Qué es?

La globalización es un fenómeno inevitable en la historia humana que ha acercado el mundo a través del intercambio de bienes y productos, información, conocimientos y cultura.
En las últimas décadas, esta integración mundial ha cobrado velocidad de forma espectacular debido a los avances sin precedentes en la tecnología, las comunicaciones, la ciencia, el transporte y la industria.
Si bien la globalización es a la vez un acelerador y una consecuencia del progreso humano, es también un proceso caótico que requiere ajustes y plantea desafíos y problemas importantes.

¿En qué afecta?

La globalización ha desencadenado uno de los debates más intensos de la última década.
Cuando la gente critica los efectos de la globalización, suele referirse a la integración económica. La integración económica se produce cuando los países reducen los obstáculos, como los aranceles de importación, y abren su economía a la inversión y al comercio con el resto del mundo. Los detractores se quejan de que las disparidades que se producen en el sistema comercial mundial de hoy perjudican a los países en desarrollo.
Los defensores de la globalización señalan que los países como China, Viet Nam, la India y Uganda que se han abierto a la economía mundial han reducido notablemente la pobreza.
Los críticos sostienen que el proceso ha significado la explotación de gente en los países en desarrollo, producido perturbaciones masivas y aportado pocos beneficios.
Para que todos los países puedan beneficiarse de la globalización, la comunidad internacional debe seguir esforzándose por reducir las distorsiones en el comercio internacional (disminuyendo las subvenciones a la agricultura y los obstáculos comerciales) que favorecen a los países desarrollados y por crear un sistema más justo.

Extraído de: http://www.un.org
Algunas ventajas:
  • Se disminuyen los costos de producción y por lo tanto se ofrecen productos a menores precios.
  • Aumenta el empleo en los lugares donde llegan las multinacionales, especialmente en los países subdesarrollados.
  • Aumenta la competitividad entre empresarios y se eleva la calidad de los productos.
  • Se descubren e implementan mejoras tecnológicas que ayudan a la producción y a la rapidez de las transacciones económicas.
  • Mayor accesibilidad a bienes que antes no se podían obtener en los países subdesarrollados.
Algunas desventajas:
  • Mayor desigualdad económica entre los países desarrollados y subdesarrollados
  • Desigualdad económica dentro de cada nación ya que la globalización beneficia a las grandes empresas.
  • En los países desarrollados aumentará el desempleo y la pobreza porque las grandes empresas emigran hacia otros lugares en busca de mano de obra y materia prima barata.
  • Mayor injerencia económica de parte de los países desarrollados hacia los países subdesarrollados o en vías de desarrollo.
  • Degradación del medio ambiente por la explotación de los recursos.
  • Menor oportunidad de competir con las grandes empresas multinacionales.
  • Mayor fuga de capitales porque cuando las empresas multinacionales lo decidan, se trasladan hacia otros países que les ofrezcan mejores ventajas de producción.
El estudio de este capítulo comprende los siguientes temas:
  • El comercio internacional en la globalización: regiones productoras de manufacturas, regiones productoras de materias primas. 
  • Tecnología y nuevas formas de producir: los transportes, las empresas multinacionales, la interdependencia de los lugares.
  • La estrategia de los bloques regionales
  • El lugar de la Argentina en el comercio internacional
  • El rol de Estado en el comercio: herramientas que utiliza para regular el mercado
  • Consecuencias territoriales de la globalización: las economías regionales o locales




¿Qué es la globalización?

¿Qué es la aldea global?


Las empresas multinacionales

Las empresas multinacionales o transnacionales están, permanentemente, en búsqueda de innovaciones tecnológicas. Con esto, intentan reducir al máximo sus costos y aumentar sus beneficios. Muchas de estas empresas consideran que no es conveniente organizar sus industrias en grandes fábricas con muchos obreras, donde se realice todo el proceso de producción. Entre los problemas que ven, en este tipo de organización llamada fordismo, están los altos costos de mantenimiento, los problemas gremiales y la baja adaptación para enfrentar grandes cambios en la economía. En contraposición, las empresas transnacionales tienden a distribuir las etapas de su producción en diferentes lugares del mundo, aprovechando las ventajas de cada lugar, Así, por ejemplo, una empresa automotriz puede fabricar las partes de sus autos en un país donde la actividad industrial pague menos impuestos, ensamblarlos en otro donde los salarios de los obreros sean más bajos, y finalmente, venderlos en aquel donde los ingresos de la población sean suficientemente altos como para comprarlos. A este tipo de organización se la conoce como toyotismo
No obstante, esta forma de producir requiere de una organización muy compleja, por lo que las oficinas desde las que se dirigen las empresas suelen concentrarse en las ciudades más importantes del mundo. 

El lugar de la Argentina en el comercio mundial

Durante la mayor parte de la historia argentina, las exportaciones del país se basaron en productos agropecuarios. Sin embargo, el desarrollo industrial permitió que también se exportaran algunos productos elaborados. De esta manera, si se tienen en cuenta las manufacturas, tanto de origen industrial como agropecuario, las ventas que se realizan desde la Argentina al exterior están constituidas mayormente por manufacturas. Entre las que requieren mayor tecnología y trabajo, los automóviles ocupan el lugar mas importante. En cuanto a las que poseen un grado menor  de elaboración, los aceites y harinas, especialmente de soja, son las que tienen mayor importancia dentro de las exportaciones. La harina de soja representó en 2015, el 17% de las exportaciones locales. 
Los productos argentinos que no presentan ningún grado de industrialización tiene una relevancia menor que en otros países de América Latina. De ellos, entre los productos agropecuarios, sobresale el poroto de soja, seguido por el maíz y el trigo, y aún más lejos se encuentra la carne. 
En lo que respecta a las importaciones, los productos que más se compran en el exterior son autos, teléfonos y bienes intermedios, es decir, aquellos que se utilizarán para la producción de otros bienes. Estos bienes abarcan desde agroquímicos hasta productos siderúrgicos. 
Lograr comerciar en el exterior supone un alto grado de organización e implica grandes gastos operativos. Por eso resulta muy difícil para las pequeñas y medianas empresas llegar a los mercados internacionales. Además, las empresas transnacionales, sobre todo aquellas vinculadas a la comercialización de productos y manufacturas agrícolas, junto con las empresas petroleras y automotrices, son las más importantes y concentran gran parte del valor que significan las exportaciones. 

Los mapas de flujo son mapas temáticos que muestran movimientos lineales, ya sea de comercio, de migraciones, de transportes, etc. Se suelen utilizar líneas, generalmente con forma de flechas porque indican el origen y el destino. Además, el ancho de las líneas es variable y proporcional a la importancia de ese movimiento. Por eso, para leer uno de estos mapas es fundamental prestar atención a las referencias. Por ejemplo, en el siguiente mapa observamos el porcentaje de las exportaciones de la Argentina y Brasil hacia otros países de América del Sur. 


Consecuencias territoriales de la globalización

El comercio internacional en el contexto actual de globalización presenta diferentes efectos en el territorio. Estos dependen, principalmente, de los sectores de la sociedad y de la economía que se vinculan más directamente con los mercados internacionales, y aquellos cuya producción no alcanza estos destinos. Esta diferenciación se produce tanto a nivel mundial, con algunas regiones mucho más integradas a la dinámica comercial internacional que otras, como al interior de cada país. Por ejemplo, los grandes productores agrícolas que se relacionan con la economía internacional se caracterizan por obtener mayores ganancias y, por lo tanto, disponen de más recursos para invertir en la ampliación de su capacidad de producción. Para mantener el comercio con el exterior, estos productores deben tener en cuenta las exigencias de la competencia internacional, por lo que necesitan, entre otras cosas, incorporar constantemente nuevas tecnologías para la producción. 
En la Argentina, se destaca la región Pampeana, donde se cultivan los productos agrícolas más importantes para la exportación, y donde se concentran los grandes productores, quienes pueden incorporar la más moderna tecnología. 
Por el contrario, quienes producen para el propio consumo, o solo destinan una pequeña parte de su producción al comercio, lo hacen para el mercado interno y suelen presentar dificultades para incorporar tecnología. La mayoría de este tipo de producciones, con medianos y pequeños productores, se ubica en las regiones del sur, nordeste y noroeste del país.  

Las economías regionales o locales

A pesar de que en ellas predominan los medianos o pequeños productores, algunas economías provinciales o municipales están fuertemente marcadas por una producción destinada al mercado internacional. Un ejemplo son las provincias patagónica, donde la explotación petrolera es muy importante para sus economías. Otro ejemplo, es la producción de vino en las provincias cuyanas, como Mendoza.
Sin embargo, no necesariamente tienen que ser productos que ocupan los primeros lugares en el total de las exportaciones del país para que tengan importancia local. Producciones como el limón en Tucumán, el arroz en Corrientes, el maní en algunas regiones de Córdoba o las manzanas en el Alto Valle del Río Negro, son productos cuyo porcentaje en el valor de las exportaciones de la Argentina es muy poco, pero el efecto sobre el empleo, los impuestos y el conjunto de actividades que se generan a partir de su presencia hace que estas producciones tengan una importancia muy grande para la vida de las regiones donde se localizan.
En los casos donde las producciones locales están conectadas al comercio internacional, muchas veces ocurre que los productores menos favorecidos comparten espacios con los grandes productores, tratándose, muchas veces, de empresas transnacionales. La existencia de intereses distintos entre ellos puede generar conflictos por cuestiones como el uso que debe hacerse en esos territorios de los recursos naturales, principalmente, del suelo y del agua. En general, las grandes empresas priorizan las ganancias rápidas y no el cuidado de los recursos. En cambio, la mayoría de los pequeños productores tienen mayor cuidado de los recursos porque son su principal sustento.  

martes, 1 de mayo de 2018

25 de Mayo de 1810

El 25 de mayo de 1810 -a poco de llegar a Buenos Aires la noticia de que Sevilla había caído en manos de las tropas de Napoleón- se constituyó en Buenos Aires el primer gobierno patrio. Reunido en la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo, el pueblo de Buenos Aires impuso su voluntad al Cabildo y creó la Junta Provisoria Gubernativa del Río de la Plata, conocida como Primera Junta. Se iniciaba así el proceso revolucionario que desembocaría en la declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816.


El primer gobierno patrio
Hacía tiempo que el ritmo natural que durante siglos había caracterizado a las colonias españolas de América se había alterado. Las guerras en Europa, las mismas reformas borbónicas de la segunda mitad del siglo XVIII, la inquietud de la aristocracia española americana y el descontento de muchos criollos, generaban no pocas preocupaciones. El comercio con los ingleses y la circulación de ideas liberales hacían que la sociedad de los estratos sociales definidos y duraderos comenzara a resquebrajarse. 

El 13 de mayo de 1810, los habitantes de Buenos Aires pudieron confirmar los rumores que circulaban intensamente: la Junta Central de Sevilla, último bastión de la Corona española en pie, había caído también a manos de los ejércitos napoleónicos. Inmediatamente, el virrey Cisneros advirtió que se crearía una nueva regencia americana en representación de Fernando VII y en defensa de la Corona. Pero la Junta que lo había nombrado había desaparecido y los patriotas porteños creyeron que era momento de convocar a un Cabildo Abierto que discutiera los pasos a seguir. 

El 19 y 20 de mayo, las reuniones fueron febriles. El 21 de mayo, una multitud, encabezada por Domingo French y Antonio Luis Beruti, se reunió con las armas en la mano para exigir el Cabildo Abierto y la renuncia del virrey. Llevaban el retrato de Fernando VII y una cinta blanca, símbolo de la unidad criollo-española. El Jefe del regimiento de Patricios, Cornelio Saavedra, logró calmar los ánimos, pero la convocatoria para el día siguiente era un hecho. 

El 22 de mayo, “la parte más sana y principal del vecindario” concurrió al Cabildo. Como el día anterior, la plaza estaba llena, mientras transcurrían las acaloradas discusiones, que se extendieron durante 15 horas. Se discutía qué hacer tras haber caído Sevilla en manos de los franceses. Los más conspicuos defensores del statu quo, entre quienes se encontraban el obispo Benito de Lué y Riega y el fiscal Manuel Genaro Villota, sostenían que los americanos debían obediencia a los españoles. Pero los criollos, en boca de Juan José Castelli y Juan José Paso, exigían la conformación de juntas autóctonas, porque consideraban que, desparecido el virrey, el poder había regresado al pueblo.
Se votó en la noche del 22 y el 23 por la mañana se realizó el conteo de votos. Triunfó ampliamente la opción de deponer al virrey y delegar el poder en el Cabildo. Sin embargo, ese mismo día el Cabildo daría su golpe contrarrevolucionario nombrando una junta presidida por al virrey depuesto, algo que concretaría el 24 por la mañana y que resultaría inadmisible para los partidarios del cambio. 

La junta propuesta por el Cabildo se componía, además de Cisneros, por una vocalía integrada por Cornelio Saavedra y Juan José Castelli (criollos) y el párroco de Monserrat, Juan Nepomuceno Solá, y el comerciante José de los Santos Inchaurregui (españoles). De inmediato, desde los suburbios porteños cundió el descontento general. Castelli y Saavedra, que no habían sido siquiera consultados, renunciaron a integrar la junta, y patricios y Arribeños tomaron las armas. Recomenzaron así las discusiones de los patriotas.
El 25 de mayo, las protestas eran ya incontenibles. La misma multitud de días atrás ocupaba nuevamente la plaza.  El movimiento patriota se había instalado cerca del Cabildo, el cual reunido desde temprano había rechazado la renuncia de la Junta. Ni los jefes militares estaban ya del lado del virrey. Los cabildantes debieron finalmente solicitar la renuncia de Cisneros y aceptar la propuesta de nombrar una nueva junta. Así, nacía el primer gobierno patrio.
Saavedra fue el presidente. Lo secundaron Mariano Moreno, Juan José Paso, Manuel Alberti, Miguel Azcuénaga, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Juan Larrea y Domingo Matheu. Todos juraron en nombre de Fernando VII, pero algunos creían que era sólo cuestión de tiempo para que esto dejara de ser así. Años de guerra deberían pasar antes de que el 9 de julio de 1816 se declarara la independencia.
Recordamos los acontecimientos del 25 de mayo con palabras del presidente del primer gobierno patrio, Cornelio Saavedra, sobre aquellas jornadas.
Fuente: Cornelio Saavedra, Memoria Autógrafa, en Biblioteca de Mayo, Tomo II, págs. 1050-1051.
"Con las más repetidas instancias, solicité al tiempo del recibimiento se me excuse de aquel nuevo empleo, no sólo por falta de experiencia y de luces para desempeñarlo, sino también porque habiendo dado tan públicamente la cara en la revolución de aquellos días no quería se creyese había tenido particular interés en adquirir empleos y honores por aquel medio. A pesar de mis reclamos no se hizo lugar a mi separación. El mismo Cisneros fue uno de los que me persuadieron aceptase el nombramiento por dar gusto al pueblo. Tuve al fin que rendir mi obediencia y fui recibido de presidente y vocal de la excelentísima Junta (...) Por política fue preciso cubrir a la junta con el manto del señor Fernando VII a cuyo nombre se estableció y bajo de él expedía sus providencias y mandatos".
Cornelio Saavedra

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