Durante siglos, la gran mayoría de la población mundial estuvo formada por campesinos que producían sus alimentos y vivían bastante aislados en sus aldeas.
Hoy, la mayor parte de la humanidad vive en ciudades. Pero a pesar de los avances en las comunicaciones, mucha gente se siente aislada y desprotegida.
¿Cuándo comenzaron los cambios que implicaron el pasaje de un mundo a otro? ¿Estas transformaciones fueron y son beneficiosas?
- La primera Revolución Industrial
- La segunda Revolución Industrial
- La organización del trabajo: de los talleres a las fábricas.
- Los trabajadores se organizan: sindicatos y huelgas.
- El crecimiento de las ciudades.
- La división internacional del trabajo.
Los textiles y el vapor: la primera Revolución Industrial
A fines del siglo XVIII, en Inglaterra -un país situado en una brumosa isla del norte europeo- se inició una revolución que se conoce como Revolución Industrial.
Por esa época, la población inglesa aumentaba y sobre todo crecía el número de habitantes en sus ciudades. En consecuencia, aumentó la demanda de telas, alimentos y otros bienes y también aumentaron las ventas de productos ingleses en el exterior. Para responder a estos requerimientos, algunos mercaderes y artesanos decidieron realizar importantes cambios en la producción textil. Por un lado, reemplazaron el trabajo manual que se realizaba en los talleres por máquinas de hilar y tejer. Pero la transformación más trascendental que permitió producir una cantidad enorme de telas ocurrió al poco tiempo. Fue cuando se logró hacer mover esas máquinas con una energía nueva, producida por otra máquina, la máquina de vapor. Ya no habría que esperar que los ríos corrieran fuertes e impetuosos para dar movimiento a las ruedas, manivelas y husos de las máquinas textiles. Con la máquina de vapor se podía producir energía a voluntad, en el momento y el lugar que se deseara.
El uso de máquinas movidas por el vapor revolucionó la industria textil y también otras actividades. Por ejemplo, la mayor fabricación de telas requirió que se produjera mucho más carbón, hierro y colorantes. El carbón se usaba como combustible de las máquinas de vapor, el hierro era necesario para construir maquinarias e instrumentos y los colorantes eran fundamentales para teñir las telas.
Ferrocarriles y barcos de vapor
Impulsada por las nuevas tecnologías, la producción de tejidos de algodón aumentó a pasos agigantados. Pero ¿cómo conseguir ese algodón que en Inglaterra no se producía? ¿Y cómo trasladar esa enorme cantidad de telas desde Inglaterra hacia el resto de Europa y otros continentes? Estos problemas comenzaron a resolverse cuando George Stephenson creó la locomotora de vapor y así dio origen al ferrocarril.
El nuevo invento se transformó además en un gran impulso para la industrialización, ya que la instalación y funcionamiento del ferrocarril requería de muchas cosas. La construcción de las redes ferroviarias necesitaba rieles, durmientes, locomotoras, vagones y combustible. También había que hacer terraplenes, puentes, túneles, estaciones. Por lo tanto, creció aún más la producción de carbón y de hierro, aumentó la actividad forestal, así como la fabricación de acero y de máquinas y herramientas. Al conectar distintos pueblos, aldeas y ciudades, el ferrocarril estimuló además otras actividades agrarias, industriales y comerciales.
Mientras tanto, los barcos de vela comenzaron lentamente a ser reemplazados por navíos de vapor, en cuyas bodegas de acero se podía transportar una gran cantidad de bienes. Los puertos tuvieron que ser remodelados para adaptarlos a estos barcos de grandes dimensiones. Y para economizar tiempos y abaratar los viajes, se realizaron imponentes obras de ingeniería con el objetivo de mejorar o agilizar las rutas marítimas. Una de esas obras fue el canal de Suez, que unió el mar Mediterráneo con el mar Rojo. Otra inmensa obra fue el canal de Panamá, que permitió el paso de grandes embarcaciones entre los océanos Atlántico y Pacífico.
LAS MIGRACIONES: DEL CAMPO A LAS CIUDADES INDUSTRIALES
Durante el siglo XVIII, los campesinos ingleses fueron despojados de las tierras de la comunidad por los terratenientes, un grupo de personas que tenían grandes y extensas propiedades rurales. Muchos campesinos se vieron obligados a trabajar para ellos a cambio de un salario. Otros migraron a las ciudades industriales en busca de un empleo para poder sobrevivir. Sin la posibilidad de producir sus propias ropas y alimentos, se transformaron en consumidores de bienes industriales.
El uso de la máquina de vapor en la industria textil
1- El combustible calienta el agua y se produce vapor. El vapor al ocupar más lugar que el agua ejerce una presión que empuja el pistón.
2- El pistón empuja una biela que unida a una manivela transforma el movimiento rectilíneo del pistón a un movimiento circular del volante de motor. Este volante transmite el movimiento a varias poleas a través de correas.
3- Máquinas de hilar. Las múltiples correas hacen girar las poleas y los engranajes que accionan a las máquinas hiladoras.
La revolución industrial en 4 minutos
Electricidad y petróleo: La segunda Revolución Industrial
Los cambios industriales que comenzaron en Inglaterra y que, poco a poco, se difundieron por Europa continental y los Estados Unidos, fueron solo el inicio de muchos otros. Como pudimos ver, un cambio conduce a otro. Se podría decir que, desde entonces, vivimos en constantes revoluciones.
Hacia fines del siglo XIX y principios del XX, la electricidad, el petróleo y el motor de explosión desencadenaron la segunda Revolución Industrial. Por esos años, se logró generar electricidad y trasladarla mediante cables muy resistentes por ciudades y campos. La electricidad facilitó las comunicaciones telegráficas y telefónicas, permitió la iluminación de muchas ciudades, puso en movimiento tranvías y subterráneos y, en las fábricas, permitió, entre otras cosas, el reemplazo de las pesadas y costosas máquinas de vapor.
Junto a la electricidad, se empezó a explotar y utilizar otra fuente de energía: el petróleo, que se usó para la iluminación y combustible de las máquinas de vapor. Además, la energía del petróleo permitió el desarrollo del motor de explosión. Un motor que, movido por un derivado del petróleo -la nafta-, dio nacimiento, a principios del siglo XX, al automóvil y al avión.
Nuevos inventos y vida cotidiana
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Fragmento de "Tiempos Modernos" de Charles Chaplin
Los trabajadores: organización y luchas
Los nuevos trabajadores industriales vivieron estos cambios como una pesadilla. Ya no contaban con la protección del maestro artesano o de la familia campesina. En medio de la soledad y el desarraigo se sentían víctimas de una terrible explotación. Muchos se organizaron en el movimiento luddita, una agrupación de trabajadores que luchaba contra la introducción de la nuevas máquinas de tejer mecánicas que reemplazaban la mano de obra. Asaltaban fábricas y destruían máquinas, como modo de perjudicar a sus patrones.
Pronto, la mayoría de los trabajadores comenzó a desarrollar otras formas de lucha y organización. Muchos decidieron crear asociaciones de ayuda mutua para atender las necesidades de los desempleados, los enfermos o los accidentados. Luego, se unieron en sindicatos para mejorar sus salarios y las condiciones de trabajo, así como para lograr la reducción de las jornadas laborales. Otros trabajadores fueron aún más lejos. Bajo la fuerte influencia de pensadores socialistas y anarquistas, pretendieron destruir el sistema fabril que oprimía. Su objetivo era construir un mundo más justo, sin diferencias sociales, donde las tierras, las máquinas y los productos del trabajo pertenecieran a todos por igual.
Desde los sindicatos los trabajadores organizaron huelgas, movilizaciones y otras formas de lucha. También muchos de ellos participaron en movimientos que, impulsados, entre otros, por los socialistas, luchaban por el derecho de los obreros a participar en las elecciones.
Las protestas y la fuerte organización sindical lograda por los trabajadores causaron mucho temor entre industriales y gobiernos. La respuesta más común fue prohibir y reprimir, aunque algunos gobiernos escucharon ciertas demandas de los trabajadores. Durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, en distintos países del mundo, los trabajadores varones fueron además obteniendo el derecho al voto.
Anarquistas y socialistas
Los anarquistas sostenían que unos pocos se enriquecían a costa del esfuerzo del resto. Pensaban que eso cambiaría cuando todos los obreros decidieran parar al mismo tiempo todos los trabajos, es decir, cuando la huelga fuera general.
Los socialistas participaron en la formación de sindicatos y en la lucha por mejorar la situación de los trabajadores. Con el tiempo se interesaron más en su participación política. Con su voto, los obreros podrían tener representantes en los parlamentos y así defender sus intereses y poner freno a las injusticias sociales.
Electricidad y petróleo: La segunda Revolución Industrial
Los cambios industriales que comenzaron en Inglaterra y que, poco a poco, se difundieron por Europa continental y los Estados Unidos, fueron solo el inicio de muchos otros. Como pudimos ver, un cambio conduce a otro. Se podría decir que, desde entonces, vivimos en constantes revoluciones.
Hacia fines del siglo XIX y principios del XX, la electricidad, el petróleo y el motor de explosión desencadenaron la segunda Revolución Industrial. Por esos años, se logró generar electricidad y trasladarla mediante cables muy resistentes por ciudades y campos. La electricidad facilitó las comunicaciones telegráficas y telefónicas, permitió la iluminación de muchas ciudades, puso en movimiento tranvías y subterráneos y, en las fábricas, permitió, entre otras cosas, el reemplazo de las pesadas y costosas máquinas de vapor.
Junto a la electricidad, se empezó a explotar y utilizar otra fuente de energía: el petróleo, que se usó para la iluminación y combustible de las máquinas de vapor. Además, la energía del petróleo permitió el desarrollo del motor de explosión. Un motor que, movido por un derivado del petróleo -la nafta-, dio nacimiento, a principios del siglo XX, al automóvil y al avión.
Nuevos inventos y vida cotidiana
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- Automóviles y carruajes. Durante un tiempo, convivieron nuevos y viejos transportes. Hasta principios del siglo XX, los carruajes fueron el transporte más usado en las ciudades.
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La máquina de coser permitió hacer ropa en serie y confeccionarla más rápido en los hogares. |
El teléfono permitió oír la palabra hablada a largas distancias.
El viaje de los nombres: Revolución
La palabra revolución es usada de muchas maneras. Por lo general, se la utiliza para designar un cambio brusco, que rompe de raíz con algo que venía sucediendo. La Revolución de Mayo sería un ejemplo. Muchas otras personas usan la palabra revolución para hablar no solo de cambios políticos, sino también de rupturas profundas en las formas de trabajar y producir, en las relaciones entre las personas y en las formas de distribuir los bienes que producen los miembros de una sociedad. También se habla de revolución en muchos otros casos, por ejemplo, cuando un artefacto, como la radio, la televisión o el teléfono celular, modifican profundamente la vida familiar.
La organización del trabajo
Las maquinarias que se utilizaban en la producción eran grandes y pesadas. Además, se necesitaba cada vez más espacio donde ubicar los fardos de algodón, el carbón y otras materias primas. Los pequeños talleres artesanales comenzaron entonces a ser reemplazados por unos edificios de gran tamaño, llamadas fábricas.
Con la aparición de las fábricas, las formas de organizar el trabajo y la vida misma cambiaron profundamente. En los talleres artesanales, cada trabajador conocía como hacer un artículo, desde el comienzo hasta el final. Allí, los maestros artesanos daban protección, casa y comida a sus oficiales y aprendices. Los nuevos trabajadores de la industria (aprendices, oficiales, algunos artesanos y campesinos) debían realizar solo algunas de las tareas necesarias para producir un bien y fueron perdiendo el conocimiento de todo el proceso.
Los mercaderes y maestros artesanos, transformados en los nuevos patrones industriales, solo estaban preocupados por obtener rápidas ganancias. Para ello, impusieron a los obreros extensas y agotadoras jornadas de trabajo (16 horas diarias, sin descanso semanal), en espacios sucios, poco aireados y mal iluminados. La máquina impuso su ritmo al obrero. Si los trabajadores cometían algún error o faltaban al trabajo, eran castigados con descuentos, suspensiones y despidos. Las deplorables condiciones laborales producían ceguera precoz, deformaciones físicas, enfermedades respiratorias o contagiosas. Los trabajadores tuvieron además que acostumbrarse a vivir de un salario y descubrir el temor al frecuente desempleo.
Fragmento de "Tiempos Modernos" de Charles Chaplin
Los industriales contrataban a mujeres, niños y niñas porque eran sumisos y porque, por el mismo trabajo, se les pagaban salarios más bajos que a los hombres. En las fábricas textiles, los niños eran empleados sobre todo para atar con sus pequeños dedos los hilos que se rompían. Como esto se realizaba con las máquinas en movimiento, estaban expuestos a muchos accidentes.
Los trabajadores: organización y luchas
Los nuevos trabajadores industriales vivieron estos cambios como una pesadilla. Ya no contaban con la protección del maestro artesano o de la familia campesina. En medio de la soledad y el desarraigo se sentían víctimas de una terrible explotación. Muchos se organizaron en el movimiento luddita, una agrupación de trabajadores que luchaba contra la introducción de la nuevas máquinas de tejer mecánicas que reemplazaban la mano de obra. Asaltaban fábricas y destruían máquinas, como modo de perjudicar a sus patrones.
Pronto, la mayoría de los trabajadores comenzó a desarrollar otras formas de lucha y organización. Muchos decidieron crear asociaciones de ayuda mutua para atender las necesidades de los desempleados, los enfermos o los accidentados. Luego, se unieron en sindicatos para mejorar sus salarios y las condiciones de trabajo, así como para lograr la reducción de las jornadas laborales. Otros trabajadores fueron aún más lejos. Bajo la fuerte influencia de pensadores socialistas y anarquistas, pretendieron destruir el sistema fabril que oprimía. Su objetivo era construir un mundo más justo, sin diferencias sociales, donde las tierras, las máquinas y los productos del trabajo pertenecieran a todos por igual.
Desde los sindicatos los trabajadores organizaron huelgas, movilizaciones y otras formas de lucha. También muchos de ellos participaron en movimientos que, impulsados, entre otros, por los socialistas, luchaban por el derecho de los obreros a participar en las elecciones.
Las protestas y la fuerte organización sindical lograda por los trabajadores causaron mucho temor entre industriales y gobiernos. La respuesta más común fue prohibir y reprimir, aunque algunos gobiernos escucharon ciertas demandas de los trabajadores. Durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, en distintos países del mundo, los trabajadores varones fueron además obteniendo el derecho al voto.
Anarquistas y socialistas
Los anarquistas sostenían que unos pocos se enriquecían a costa del esfuerzo del resto. Pensaban que eso cambiaría cuando todos los obreros decidieran parar al mismo tiempo todos los trabajos, es decir, cuando la huelga fuera general.
Los socialistas participaron en la formación de sindicatos y en la lucha por mejorar la situación de los trabajadores. Con el tiempo se interesaron más en su participación política. Con su voto, los obreros podrían tener representantes en los parlamentos y así defender sus intereses y poner freno a las injusticias sociales.
El comienzo de la huelga, óleo de Robert Koehler, 1886
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